En la actualidad, los clínicos están empezando a ver a los lactantes como actores importantes en el devenir familiar, actores que, en parte, determinan su rumbo. El comportamiento de los lactantes controla el de la madre, del mismo modo que el comportamiento de ellas modula el de sus hijos. Un lactante calmo, sonriente y previsible es una poderosa recompensa a la atención materna. En cambio, uno inquieto, irritable e irregular pone a prueba la paciencia de la madre. Lo mismo podríamos decir en el caso del padre. Podemos hablar entonces del ajuste parental como la calidad de la relación entre la madre y/o el padre y el bebe y de las características temperamentales del bebe. Es en los primeros meses de la vida del bebé donde se crea el vínculo con sus primeras figuras, los padres, base de futuras relaciones.
Hacia el final del primer año de vida y durante el segundo el bebe va a iniciar progresivamente su camino de individuación y separación de sus primeras figura de relación, que marcará los cimientos de su estructura psíquica. Dependiendo de cómo esta se realice y del vínculo el niño podrá presentar ahora o en el futuro angustias de separación en menor o mayor medida. Mas tarde, en la adolescencia finalizará este proceso.
Es también durante el primer año de vida que aparecerán los primeros esbozos de organización de su psiquismo: la sonrisa ante el rostro humano, la reacción de la angustia frente al extraño y la aparición del “no”.
En el segundo año de vida el niño presenta un desarrollo motor e intelectual acelerado. El aprendizaje del lenguaje es una tarea decisiva en este periodo. En este camino hacia su desarrollo irá aprendiendo a regular y controlar las funciones de su cuerpo, entre ellas el control de esfínteres. Todas estas funciones pueden a veces retrasarse o desviarse del desarrollo considerado como adecuado a la edad por muy diferentes motivos, en cuyo caso los padres necesitaran de orientación y apoyo para poder acompañar y favorecer en su hijo un buen desarrollo.
Acompañando a este desarrollo motor, intelectual y emocional irá también el desarrollo sexual del niño, que empezará ya ahora a aprender la diferencia de sexos así como su propia sexualidad y que completará también como el resto en la adolescencia.
A lo largo de la infancia el niño tendrá que ir superando las distintas fases del desarrollo psicoafectivo pudiendo retroceder o quedar fijado a alguna de ellas temporal o de un modo mas duradero lo que conllevaría una patología mas grave.
Dificultades o Trastornos de expresión somática: cólicos del lactante, trastornos del sueño y de la alimentación, trastornos dermatológicos...
Trastornos del control de esfínteres
Trastornos del comportamiento: rabietas, comportamientos de oposición, agitación
Trastornos afectivos: tristeza, nerviosismo
Dificultades de separación: oposición para ir al colegio
Trastornos del desarrollo: retrasos del lenguaje, motores, trastornos generalizados del desarrollo, psicosis
Trastornos de la comunicación y relación, autismo
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